¿Qué papel adquiere El Niño en los incendios forestales?

Continuando con nuestra exploración sobre los factores que influyen en los incendios forestales, es imposible ignorar el papel del fenómeno de El Niño. Este patrón climático, conocido también como Oscilación del Sur (ENOS), provoca un calentamiento inusual de las aguas superficiales en el Océano Pacífico ecuatorial. Este cambio no solo afecta las aguas y la atmósfera localmente, sino que tiene repercusiones climáticas a nivel mundial, alterando los patrones de lluvia y temperatura en diversas regiones.

El impacto de El Niño es especialmente significativo en lo que respecta a los incendios forestales. Las condiciones más cálidas y secas que trae consigo este fenómeno crean un ambiente propicio para la desecación de los combustibles que facilita la propagación del fuego. La vegetación se seca, haciéndola más susceptible a cualquier ignición, y la falta de lluvias agrava la situación, aumentando el riesgo y la intensidad de los incendios. Además, estas condiciones extremas ponen una presión adicional sobre los recursos hídricos, complicando aún más la gestión de estos incendios y donde vemos pantanos, lagos o ríos muy por debajo del nivel que deberían tener.

Anomalía térmica del día 30 de enero. Esta variable se refiere a la desviación de la temperatura promedio en una región específica y durante un período determinado, respecto a un valor de referencia o promedio histórico. Fuente: WXCHARTS.COM

Pero, ¿cómo se origina El Niño? Este fenómeno comienza con el debilitamiento de los vientos alisios, que normalmente soplan de este a oeste a través del Pacífico ecuatorial. Este cambio permite que el agua cálida de la superficie se acumule en el este del Pacífico, alterando la termoclina y provocando un aumento de la temperatura superficial del mar. Esta acumulación de calor afecta la circulación oceánica y atmosférica, modificando los patrones climáticos globales y, a menudo, desencadenando eventos extremos como sequías o inundaciones.

La capacidad de monitorear y prever El Niño a través de índices como el Índice de Oscilación del Sur (SOI) y la temperatura de la superficie del mar (SST) es crucial para anticipar y mitigar sus efectos. Sin embargo, existe una creciente preocupación sobre cómo el cambio climático podría influir en la frecuencia e intensidad de estos eventos y como repercutirá esto en los incendios forestales.

La crisis de incendios forestales que asola a América del Sur

Recientemente, América del Sur ha sido testigo de una serie de devastadores incendios forestales, marcando un inicio de año particularmente difícil para el continente. Desde Chile hasta Argentina y Colombia, las llamas han cobrado vidas, destruido hogares y alterado ecosistemas, evidenciando una vez más la urgente necesidad de abordar tanto la prevención como la respuesta a estos desastres naturales.

En Chile, la tragedia se sintió profundamente con la pérdida de un piloto y un brigadista en la comuna de Talca, durante labores de control del incendio. Este país ha enfrentado múltiples episodios de incendios, incluyendo uno reciente que afectó gravemente a la región de Valparaíso, que ya vivió eventos similares en 2014 y 2017, con un saldo de decenas de víctimas fatales y miles de viviendas destruidas. La velocidad y magnitud del incendio, exacerbada por condiciones climáticas extremas, superaron cualquier capacidad de extinción, especialmente en áreas densamente pobladas y con muchos problemas de interfaz urbano-forestal.

Utilizando datos obtenidos por satélite, hemos logrado reconstruir el comportamiento del incendio en sus momentos más críticos, identificando que las llamas avanzaron a una velocidad superior a los 10 km/h, con un frente de fuego que superó los 5.000 metros de longitud. La extensión total del incendio más grande alcanzó una superficie estimada de más de 9.500 hectáreas.

Isocronas con la evolución horaria de los incendios cercanos a Viña del Mar, Chile. La primera hora dibujada se corresponde con el 2 de febrero de 2024, 14 horas local. Fuente: Mercedes Bachfischer, The Emergency Program

Argentina no ha sido ajena a esta ola de incendios. El Parque Nacional Los Alerces, en Chubut, experimentó un incendio de gran magnitud, que afecto a bosque nativo, en el que el desarrollo de columnas piroconvectivas y las dificultades de la orografía permitieron su propagación llegando a afectar a un área estimada de 3.500 hectáreas. Estas latitudes muestran cada vez incendios más intensos que suponen un reto mayúsculo para los equipos de extinción, tanto por la intensidad que muestra el fuego así como la afectación para la biodiversidad de la zona.

Entrada al Parque Nacional de los Alerces, provincia de Chubut. Fue creado en 1937 y declarado Sitio de Patrimonio Mundial Natural por la Unesco en 2017. Fuente: Desconocida

Colombia, por su parte, enfrentó un escenario sin precedentes con 31 incendios activos en un solo día, marcando un aumento del 170% en la incidencia de incendios respecto al mismo periodo del año anterior. El cambio climático y la intensificación del fenómeno de El Niño han sido señalados como causas principales de esta situación. Además, el país ha registrado temperaturas récord y varios municipios han declarado emergencias por desabastecimiento de agua.

Bomberos y militares en tareas de extinción en los cerros orientales de Bogotá. Fuente: @Ejercito_DivDiv5

¿Qué lecciones del presente podemos aplicar en el futuro?

Estos eventos subrayan la vulnerabilidad de nuestros ecosistemas y comunidades frente al cambio climático y fenómenos como El Niño. La frecuencia e intensidad de los incendios forestales están en aumento, lo que requiere una acción coordinada y sostenida para mejorar la prevención, la detección temprana y la capacidad de respuesta. La educación y la concienciación sobre la gestión del riesgo de incendios son fundamentales para proteger tanto a las personas como a la naturaleza.

Es esencial que trabajemos juntos para fortalecer las políticas de manejo del fuego, invertir en tecnología y capacitación para los equipos de respuesta, y promover prácticas sostenibles en las comunidades.

El análisis de los recientes incendios forestales en América del Sur y sus consecuencias nos lleva a reflexionar sobre la importancia de estar preparados para el futuro, un futuro que, aunque incierto desde el punto de vista meteorológico, nos ofrece la oportunidad de actuar a nuestro favor. La interacción entre fenómenos climáticos adversos y la acumulación de vegetación seca ha creado condiciones propicias para la propagación de incendios, como se ha visto en lugares tan diversos como los cerros orientales de Bogotá o la provincia de Chubut en Argentina. Esta situación subraya la necesidad de una preparación adecuada a todos los niveles de la sociedad y las instituciones, desde la planificación estratégica hasta la disposición de recursos materiales y humanos capacitados para enfrentar estos desafíos.

Las lecciones aprendidas de los incendios en diferentes partes del mundo deben servirnos para adaptar nuestras estrategias y tácticas de respuesta. La complejidad de los incendios, caracterizados por múltiples frentes activos y condiciones topográficas y ecológicas desafiantes, exige un enfoque creativo y estratégico en la gestión de incendios. La experiencia nos enseña que la anticipación y la preparación estratégica son fundamentales para una respuesta eficiente y segura.

La simultaneidad de incendios, como los ocurridos en Colombia y Chile, pone a prueba nuestra capacidad de toma de decisiones y gestión de emergencias. La estrategia y la priorización de acciones son cruciales para evitar el colapso de los sistemas de respuesta. Además, la afectación de áreas de interfase, donde los incendios forestales impactan directamente en zonas pobladas, resalta la importancia de una coordinación efectiva entre las diversas instituciones involucradas y una sociedad preparada y resiliente.

En conclusión, la preparación para el futuro implica aprender de las experiencias pasadas y adaptar ese conocimiento a nuestra realidad actual. La colaboración, la planificación estratégica y la inversión en capacitación y recursos son esenciales para construir una sociedad capaz de responder de manera efectiva a los incendios forestales y otros desastres naturales. Solo así podremos asegurar un enfoque proactivo y resiliente ante los desafíos que el cambio climático y otros factores nos presentan. Este camino hacia la resiliencia no debe recorrerse en solitario, sino como una jornada colectiva de aprendizaje, adaptación y acción conjunta.

Enfrentar los desafíos presentados por los incendios forestales en un mundo que cambia rápidamente requiere no solo estrategia y recursos, sino también, y quizás lo más importante, una formación especializada y continua para los bomberos forestales.

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