No son eventos que ocurren esporádicamente o que no responden a ningún patrón, sino que, al contrario, somos testigos de fenómenos que han estado teniendo lugar en el mundo y que han condicionado el escenario para que estos puedan darse.

Hablamos así, de recurrencia de olas de calor, nuevas temperaturas máximas históricas, sequías acumuladas que superan el año o lo que antes era solamente un par de meses críticos, el aumento en la temperatura del mar, pero también de la atmósfera, con más energía para facilitar la piroconvección.

Lo preocupante aquí es que no estamos hablando de una situación aislada en el tiempo o en el espacio, sino que se está generalizando a escala global, afectando latitudes que antes eran más indiferentes a estos cambios, y por ejemplo, para el caso de las olas de calor, no solo se dan con mayor frecuencia sino que su permanencia, se extiende a lo largo cada vez más días.

Fuente: ERA5. Credit: Copernicus Climate Change Service/ECMWF.

Desde TEP trabajamos mucho el concepto de ventana de gran incendio forestal, que hace referencia a la cantidad de horas secas acumuladas, que conlleva a que los combustibles sean incapaces de recuperar su contenido de humedad (normalmente durante la noche) y por lo tanto, a que se vuelvan completamente disponibles para arder, principalmente, aquellos con tiempo de retardo de 1, 10 e incluso si se extiende por varios días, de 100 horas. Estos cambios, configuran territorios complejos con vegetación estresada por la falta de precipitaciones y en donde se suman urbanizaciones que, por su localización, se vuelven todavía más vulnerables ante estos cambios.

En la imagen superior, vemos el mapa de la zona coloreado según la anomalía en el FWI para el 21 de agosto de 2023 respecto a los valores en un período de 30 años, obtenido del GWIS, Copernicus. Dentro del círculo, se encuentra marcada el área más afectada por esta combinación de meteorología desfavorable y combustibles listos para arder. Por otro lado, en verde, se observan los puntos de calor detectados por el sensor MODIS, para esa misma fecha, y donde se concentran más puntos, el “complejo” de incendios de Alexandropolis, en Grecia. 

Este incendio ha sido el más grande registrado en lo que va del siglo en Europa, con un área afectada de más de 90.000 hectáreas, resultante de la unión de dos grandes incendios separados entre sí por 20 km. Cuando normalmente los incendios podían demorar semanas en quemar extensiones tan grandes, este lo hace en cuestión de pocos días, con una carrera principal de más de 45 km en medio día, que llega hasta el mar y en su paso, además, atrapa a civiles.

Imágenes del satélite Terra donde vemos en rojo suave, contrastando con el verde de fondo, el área quemada y en rojo intenso, los puntos de calor, ambos para ese día.

En la imagen anterior, vemos la secuencia en tres días, del 21 al 23 de agosto de 2023, de la evolución del incendio, con el pico máximo para el 22. Reconstruir los incendios y hacer su seguimiento a lo largo del tiempo, nos ayuda a entender qué quiere y puede hacer el incendio, y prever lo que hará a futuro. Esto, tal como enseñamos en TEP, nos ayuda a buscar las oportunidades, plantear distintos escenarios resolutivos, y elegir el que mejor se adecúe dentro de nuestras posibilidades respondiendo al qué quiero y qué puedo hacer.

Estas posibilidades, no siempre son continuas. A veces, es clave saber esperar al momento indicado y posicionarnos en el sitio que corresponda, sobre todo, en incendios como estos que nos superan con creces en capacidad de extinción, tanto por las altas velocidades de propagación, como por las intensidades de los frentes de llama.

Imágenes Sentinel 2 procesadas para destacar el área quemada final en rojo (izquierda) y ver el grado de severidad tras el paso del fuego (derecha) en una escala de colores, donde en rojo, fue peor y se corresponde con la gran carrera del 22 de agosto.

Si estamos ante una realidad que nos supera, nos vulnera, nos pone reiteradas veces en jaque y podría llegar a reemplazar lo que hasta ahora considerábamos como la “normalidad”, es claro que se debe actuar en consecuencia. Vivimos en un mundo dinámico, que cambia constantemente las reglas del juego y a las cuales, no podemos ser indiferentes y debemos adaptarnos. 

Y más allá de las diferencias que presenta cada país, estamos ante una problemática global, donde la cooperación internacional y el aprendizaje en conjunto es esencial, pero también es importante, por un lado, que los cuerpos de extinción sepan identificar dónde, cuándo y cómo actuar en el incendio sin exponerse a situaciones de peligro o a un desgaste que no será efectivo, y por el otro, que la sociedad en general diseñe los escenarios del futuro que se puedan trabajar y gestionar.

 

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